La gran premisa de la Disciplina Positiva es “FIRME Y AMABLE AL MISMO TIEMPO”.
La amabilidad habla del respeto por los niños, de ponernos en su lugar, conocer sus límites; y la firmeza habla del respeto por mí mismo, conociendo mis límites.
En el día a día como padres, es muy fácil caer en uno de los lados de la balanza, según como nos sintamos más cómodos actuando, pero ¿Cuál es el resultado de inclinarse hacia un lado de la balanza cualquiera que este sea? CANSANCIO E INJUSTICIA, de quien no recibe el trato de respeto que se merece. Una educación autoritaria, tiene mucho de firmeza y poco de amabilidad, los niños no reciben entonces el trato respetuoso que se merecen y terminan por rebelarse o rendirse, según su personalidad.
Por otro lado, cuando una crianza se inclina más hacia la amabilidad y poca firmeza, caemos en una crianza permisiva, y el padre termina por cansarse al no recibir el respeto que se merece, dando como resultados actitudes hacia sus hijos de “¡Haga lo que quiera!” ó “¡Me cansé de ser amable y ya no lo seré, ni un poco!”.
Por esto, el balance constante entre la amabilidad y la firmeza, es una habilidad de vida que debemos practicar, si no la tenemos ya aprendida.
Muchos padres que se inclinan por la firmeza sienten que la amabilidad es rescatar o malcriar a sus niños, y no es así, la amabilidad es respeto cuando CONFÍO en mi hijo para solucionar sus problemas, cuando soy EMPÁTICO con sus sentimientos y le acepto vivirlos, cuando le PERMITO vivir sus consecuencias naturales con dignidad, cuando no lo trato como un ser débil y sin capacidades.
Mientras que los padres que se inclinan por al amabilidad sienten que la firmeza son castigos, regaños, recriminaciones… La firmeza es respeto cuando conozco mis límites y no los traspaso, cuando hago valer los acuerdos hechos con anticipación, cuando respeto la situación y a quienes nos rodean, cuando no actúo en contravía de los valores promovidos en pro de hacerlo fácil ó rápido.
Es una gran lección para nuestros hijos que sean respetuosos, pero para que lo sean tienen que vivir el ser respetados y que mamá, papá se respetan a si mismos. Veamos un ejemplo: Tu hijo empieza a hablarte de forma irrespetuosa. ¿Se te ocurre una manera como ser firme y amable al mismo tiempo? ¿Una manera de respetarte a ti, y respetar a tu hijo?
Algunas ideas:
– Retirarte en silencio y ya luego, cuando ambos estén calmados, hablar “Antes estabas muy molesto, acepto eso pero no la forma como me hablaste. Te amo, pero cuando me hables mal me voy a retirar y cuando estés listo para hablarme bien, me puedes buscar”
– “Sé que puedes decirme esto en forma respetuosa”
– “Hablemos luego, así no puedo escucharte”.
Recuerda que no podemos hacer que otro nos trate con respeto, sólo podemos tratarnos con respeto nosotros.
Jane Nelsen decía “Yo era exclusivamente amable hasta que me hartaba de mis hijos, y luego era exclusivamente firme hasta que me hartaba de mi misma”
¿Puedes hacer una lista de situaciones donde hoy día actúes exclusivamente amable o exclusivamente firme y cómo podrías retomarlas siendo firme y amable al mismo tiempo? ¡Me encantaría leerlas!
Pamela Moreno